martes, 29 de abril de 2008

Sobre una muerte dulce

Miles de años de vida, de muerte, de guerras y de paz, y nunca nada semejante. Algunos envejecieron, otros quedaron jóvenes, quizá tú no cambiaste, pero nunca se vio tal hecatombe. Una enfermedad nos invade las entrañas y el corazón. Desde el más rico al más pobre, desde David a Goliat, del sur al norte, la “decadencia” entierra sus raíces en el hondo de nuestra sociedad.
El enemigo ya no es tangible, de ahí la gravedad. No es suficiente derrocar a un cacique o tirano, como antaño se hizo en diferentes ocasiones, no se puede achacar el virus a la actuación de una política u otra, aunque si a un sistema que nunca fijo las bases semánticas necesarias.
Nosotros mismos hemos caído sin antes haber aprendido a levantar. Discutible es que siempre habrá quién rocíe sal en la aflicción, quien apriete con todas sus fuerzas en el centro de la amargura sin dejarnos respirar. El victimismo no te salvará.
Hablamos de un nihilismo total, el cual nos ha cegado hasta tal punto que ha duras penas divisamos la luz del sol. La juventud está enferma de nihilismo, heredados de unos genes envenenados generación tras generación sin respeto a la memoria. Pero, ¿es culpa del ciego el no ver?
Perdidos los valores (sin hacer referencia a ninguno, sino a todos), arduamente conseguiremos el remedio sin la receta, y más aún sin la certeza de la existencia de un elixir. No en vano, a lo largo de la historia la sangre nueva ha sido revolucionada, para bien o para mal, manteniendo un ciclo constante. En pleno siglo XVI, por primera vez se detiene el cambio de estación debido a los débiles cimientos: Confundir bienestar con libertad.
De nuevo la manzana es pecado y la serpiente (que sigue siendo verde) traidora. Ha bastado una careta para volver a estar más lejos del paraíso, sin importar cual sea el de cada uno, y quien sabe si en un punto sin retorno.
Hemos caído en el agujero de la “decadence”, como algún que otro profetizó. Solo el paso de la historia dará la respuesta, si esta se escribe, dado que una genialidad de Hegel lo resume todo.
“Las épocas felices son páginas en blanco en blanco en el libro de la historia”

Iñaki Burguera
Tratados del ser

CARTA DE DESINTRODUCCIÓN

Un hueco relleno de hormigón falso, arrancado el espíritu del ego y arrastrado por la marea, se limita a observar desde la absurda distancia el desfile, ya casi inalcanzable por no tener ni harapos para el disfraz ni hilo para tejerlo. No somos sino lo que no queremos saber ser. El pensamiento y el acto nos engañan mostrando lo que no es, embaucando con una obra tan irreal como apasionantemente seductora .
Crear “CONCIENCIA” es el primer y último objetivo de este espacio, reflexionar sobre lo que nos hunde y separa, eternamente como utopía el ¿por qué?.
Ver mas allá de la venda en los ojos resecos de tener el párpado cerrado, ensalzar una mirada allí donde de verdad se requiere, salir del fango que nos estanca desde hace ya demasiado tiempo. No es un querer, es un poder. Mil y una maneras de expresarlo, siendo la solución tan obvia como inalcanzable.
Pensar, actuar, justicia, injusticia , poder y no poder son los temas a tratar. Rojo, azul, negro o blanco; el perfil está en desuso.
¡ ANÍMATE ¡ Opina introduciendo tu pensamiento de forma ordenada, pero con TU lógica, sin reparos.
¡¡¡¡Gracias, de antemano, a todos aquellos que ayudan a desactivar el sistema del barco sin rumbo!!!