martes, 27 de octubre de 2009

De las artes del mercadeo

Andando por el bosque me encontré con un señor dotado de un gran bigote, al que desde el inicio le consideré un caballero en toda regla. Llevaba puestos unos zapatos de charol, yo diría que del 43, los cuales brillaban de lo cepillados y limpios que se encontraban. Los pantalones eran de un marrón oscuro muy parecido a la madera del salón de mi apartamento.

Antes de que pudiera echarle un vistazo de arriba abajo fijándome en toda su indumentaria, el señor me lanzó una pregunta:

-Buenos días amable campesino. ¿Podría decirme la hora por favor?- metió la mano en su bolsillo en busca de un aparato dorado- Tuve el infortunio de dejar caer mi reloj en un charco, con las consecuencias que eso trae.

-Lo siento, no tengo reloj, nuca he tenido uno. Pero sé que son sobre las 11 de la mañana, aunque, como ya le digo, no estoy seguro.

-No pasa nada buen hombre de dios-me respondió en un dulce tono- acabo de recordar que llevo dos relojes en mi maletín-volvió a meter su mano, esta vez en una especie a maleta pequeña-. Si, aquí están. ¿No querrá que le venda uno? Son de excelente calidad, así podrá saber la hora en cualquier momento y situación, sin necesidad de estar en duda. Solo le costará 3 monedas. ¿Qué le parece?

El ímpetu con el que se expresaba me animó a creerle. Bien cierto era que un reloj me era útil. Asique acepté, compre el reloj, proseguí mi camino y él el suyo.

Un frasco

Es la locura quien me atrapa en este frasco tan frágil como el cristal. Intentar escapa de él me delataría de tal manera que no podría mirarme a los ojos sin sentir vergüenza. El lunes el clima fue espantoso, no cesó de llover durante todo el día. Al igual que el miércoles. El martes y el jueves fueron algo distintos, pues el sol lució su mejor cara regalándonos una sonrisa.

Por eso ha dejado de importarme el clima. Al igual que me decepciona constantemente mi debilidad lo hace el tiempo. Es algo invariable. Pero ya sabéis que nada de eso me preocupa en absoluto, pues el cambio ha de venir del centro, impulsado con la fuerza de un tornado en pleno apogeo. Nunca me engañaron los intentos de las concubinas, tratando de mezclarme esos dos conceptos, haciéndome caer en la trampa de los sentidos.

Hoy miro al mundo, sé que no tiene dueño.

Desde las alturas

Siempre quise diferente al resto. Desde el primer momento alcé mi cabeza por encima del resto en busca de eso que yo necesitaba, eso a lo que yo llamo ser único. Me gusta tratar de encontrar aquello en lo que creo, por mucho que tenga que dar mil y una vueltas, seguiré buscándolo.

Iba yo con mi cabeza bien erguida, la vista clavada en el cielo, cuando vi que alguien me miraba desde este. ¡No puede ser! Estaba totalmente convencido de mí, no podía creer que allí arriba hubiera gente mirándome como si fuera un insecto, una marioneta. Necesitaba respuestas. Las necesitaba ya, ahora, al momento.

Fue entonces cuando agaché el cuello y mire al suelo.

Fue entonces cuando me di un golpe durísimo.

martes, 20 de octubre de 2009

Reir

-Da paso al Guardián, no le mires a los ojos, no le toques, no le saludes, no le mientas, no le pises; y sobre todo, dale paso.

-No pensaba hacer otra cosa, no comprendo lo que te inquieta para hacer que yo sea protagonista de tan vulgar orden.

-Razón llevas. Ahí llega.

Pasó el Guardián por la puerta, saludo al soldado y nada más elevar su pierna para alzarse al primer escalón, cayose armando un brutal esperpento.

-Me debes 10 monedas.

-Sí, te las debo.

Los dos rieron.

No te muevas, quédate conmigo. Dime que es real.

Un espejo en donde encuentro al sol y a la luna jugando en el crepúsculo de sus idas y venidas, el aroma que activa en mí siete u ocho sentidos, esa llama que no necesita combustible. Te digo algunas cosas y otras muchas me las callo, pero no importa, nos sobra lo perecedero, lo frágil al invierno y al calor del fuego. No hace falta la presencia de la palabra, de sobra entiendes lo que no pronuncio. Es la diferencia de vivir en un sentimiento profundo.

Me acuesto, te encuentro; despierto, me apareces.

Recuerdo el canto de las sirenas, tocando con su arpa y sus cuerpos semidesnudos, llamando a mi puerta o abriéndola sin llave. Sí, las recuerdo. Es más, todavía las escucho. No entiendo, escapa a las razones y a los impulsos, ¡oigo los cantares de las dulcineas y no corro tras su aroma!

Me he envuelto en tus brazos de tal forma que no quisiera moverme ni ante la presencia de la mismísima Afrodita. Por ello ruego a la vida por la gracia que me ha otorgado. Un ruego a un Coloso para que mantenga viva la esperanza de permanecer en el edén junto a ti, de pasar inadvertidos ante el árbol pecaminoso y de no confundir el amor con el deseo, ni con el mal amor hacia uno mismo. Contigo soy uno.

Si te echas a andar, que sea junto a mí, junto a aquel que te dará la mano impidiendo tu tropiezo en los baches de la desdicha. Aquel que no te mira, sino que te ve.

Hoy sonríes. Sé, que si te quedas, mañana lo volverás a hacer.




Iñaki Burguera

lunes, 19 de octubre de 2009

Sobre el reflejo del mundo

Mientras camina a la par del manantial, observando toda la vida que le rodea, no cesa de sentir. Volvió la mirada sobre la roca que acababa de dejar atrás. Un suspiro. Un segundo suspiro.

-¡Esta es la prueba definitiva que andaba buscando! Siempre encontramos en nuestra madre lo que en otros lugares nos resulta incomprensible, inencontrable e inhóspito.

Los chillidos procedentes del pueblo seguían acercándose sin pausa.

-Una inmensa piedra, por lo menos llevará aquí siete siglos. No se moverá si nadie la empuja, no se romperá si nadie la golpea, y mucho menos cambiara si nadie la molesta. Sobre ella ha crecido la vida: florecillas, musgo, hierba, pequeños insectos, guaridas de roedores,… Una infinitud de alegrías habitan en ella.

Una hora estuvo contemplándola; no cambio nada. Podría estar delante de ella años, y, salvo superficiales alteraciones, la roca se mantendría sana. Esa era la prueba.

-¡Es la tristeza de no poder pasear por camino de Heráclito la que me sacude el alma! Luchamos contra nosotros mismos, la madre es sabia, la madre nos da lecciones día a día, ¡más no sabemos verla!

El hombre no debe de entrometer su juicio en medio de sus pasos. Debe de caminar erguido con la cabeza bien alta. Al agacharla es cuando caemos en tentación de defenestrar nuestro futuro. Los pueblos han de seguir la meta marcada por Ella,¡por el jamás imponed una voluntad a la marcha!

-¡Alumbremos el camino de una vez por todas! Es la vida de este pequeño submundo el reflejo de nuestro deber, esa obligación en la que hemos convertido a la razón.

-¡Daré de beber al pueblo al igual que esta roca ga saciado mi sed!

Tratados del Ser

Iñaki Burguera

lunes, 12 de octubre de 2009

Auto suicidio

-Digo, y no me equivoco, si digo que ya está bien que en tu casa hallas plantado un árbol siguiendo los consejos adquiridos del libro que ese maldito rufián, semi-reptil, especie de lagarto te obsequió por mentirle a la cara diciéndole que esa asquerosa nariz repleta de fluidos verdes, que más bien simula a un laberinto dibujado por la santa mano de un médico que arrastraba su lápiz por el cuerpo de un folio en un estado opuesto al óptimo, es un cuerpo ignífugo resistente al vuelo de una orbe que planea con acierto sin que nadie le llame la atención.

-Parece mentira, y no miento, que no me conozcas. Tantos años compartiendo un mismo sueño y ahora, a última hora, me vienes con estas.

La traición fue, es y será por siempre el primogénito de todos los pecados.

Mil años de castigo caerán encima de quien tenga la osadía de faltarse a sí mismo convirtiéndose en un vulgar mercader.

Sobre el saber pensar

Antes de adentrarse en el pueblo para toparse con el rebaño, se detuvo un instante y cogió aire, llenando los pulmones de ese bien, casi siempre, puro. Caminó durante unos minutos hasta llegar a un manantial de donde el agua brotaba de unas rojizas rocas.

-No debéis de de temer a la corriente ni al fluido, más solo cuando estos escriben poesía se crea la vida- se agachó y tomo un primer sorbo-. Del movimiento nacen las ideas del hombre, nada más que en el movimiento se cosechan las virtudes únicas.

Alzando la cabeza se dirigió al gran techo, dedicándole una sonrisa.

-¡Siempre mi meta tú serás! ¡No quiero huéspedes provenientes del invierno ni anfitriones del verano! -Una solitaria lágrima recorría su mejilla.

Es el sentir de los polos y la sensación de nadar en un estanque la que al ser le hace suspirar. Los anfibios se sienten cómodos, las aves lo aborrecen. Es la altura la que nos da esa perspectiva necesaria para desenmascarar a lo perecedero, acercándonos a la luz.

-La hora ha llegado.- Bebió un segundo sorbo, se levanto y comenzó a caminar.


Tratados del Ser.

Iñaki Burguera

jueves, 8 de octubre de 2009

Sobre el retorno

Por todo el pueblo corría la buena nueva.

-¡El hijo pródigo ha regresado!- gritaba la muchedumbre al conocerla.

Las gotas cesaron en aquel instante. Siempre hubo quien alargó una sombra con el fin de derrocar al pensamiento que nunca quiso, ni querrá, imponerse a la espiral fuertemente arraigada en el seno del hombre. Esas son las sombras contra las que lucha, la oscuridad de la que algunos se aprovechan para esconderse de una luna llena que crece sin encontrar metas.

Y llegó el día. Y la noche. Ninguna cede.

Mientras quede una gota de la que resguardarse el cielo no brillará con todo su resplandor, el brillo insaciable buscado por aquellos que permanecen en pie de cara a la tormenta. Es el grito de los mudos quien retumba en los oídos de los aquellos. Esos cuyas rodillas no están hechas al lodo y jamás podrán acostumbrarse a callar.

-Compañeros del día y de la noche, ofrecedme un vaso de agua, pues sigo sediento.

Tratados del Ser

Iñaki Burguera