lunes, 4 de enero de 2010

Realidad

Si alguna vez traté de volar por los cielos, con mis alas extendidas cual ave. Si alguna vez traté de surcar los mares valiéndome de mis brazos por remos. Si alguna vez traté de bajar de la cima, pido perdón, perdón por dejar de ser yo.

Jamás tuve el placer de degustar el sabor de la eternidad, hasta que un buen día sentí anhelo de lo imposible. Ese día es el hoy y es el mañana. Atrás quedan las pedregosas paredes de la angustia, pues en el calor de tu ser se unen las almas.

El León

Inquebrantable son los escritos del alto mando que pensó por nosotros. Son los que guiaron a este pueblo por el desierto del olvido, tan solo con su corazón y su valía como abrigo. Tiranos reinarían oscuras tendencias, sedientas de kanato tal yelmo antes de ser invadidas por las fuerzas permanentes de la vagancia.

Inquebrantables son mis principios, con los cuales luchare hasta el ocaso de la revolución. O más bien hasta que el día que me vea obligado a cantar en soledad.

Verde y gris

Camina por la selva sin entrometerte en el techo de tus emociones y sin sumar razones al latido. Camina por la ciudad sin poner límite a tu carácter y sin prejuzgar al caminante.

Piensa. ¿Acaso son la luna y el sol tan diferentes?

Yo camino entre los seres al mismo paso, pues en no encuentro el antagonismo entre unos y otros, más soy yo el que se siente observado. Si respondo, no escucharías la verdad. Respira el mismo aire tanto despierto como dormido, quizá sea una autopista de ríos.