martes, 29 de diciembre de 2009

Movimiento

El mundo se mueve al compás de tus voces, las voces que yo oigo al anochecer, tras el ocaso, cuando se dejan ver los espíritus sin rumbo que buscan el anonimato bajo las estrellas. Piensas que son ellos los que causan temor, huyes despavorida de algo que ni conoces. No llames al delincuente al inocente antes de haberle mirado a los ojos, antes de haber escuchado.

Pero tu voz no se aleja por mucho que corra hacía las montañas o porque las escale. Mas es tu voz quien debe guiarme en esta noche sin iluminar, una noche gélida, ni la luna salió a pasear. Ven aquí o desaparece.

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